Cada vez que te conectas al WiFi, usas el Bluetooth de tus auriculares o sigues una ruta en el GPS de tu móvil, estás aprovechando un principio tecnológico que se registró en una patente hace exactamente 83 años. El 11 de agosto de 1942, la actriz Hedy Lamarr y el compositor George Antheil obtuvieron en Estados Unidos la patente de un innovador sistema de comunicaciones a prueba de interferencias. Lo más sorprendente no es solo el invento, sino quién lo creó: una de las mujeres más bellas y célebres del Hollywood dorado.

De Viena a Hollywood: la huida que cambió la historia
Nacida en Viena en 1914 como Hedwig Kiesler, Hedy destacó por su inteligencia desde niña. Su belleza la llevó pronto al cine europeo, pero su vida dio un giro radical al casarse con Friedrich Mandl, un magnate de la industria armamentística vinculado a regímenes autoritarios. En las cenas y reuniones de negocios, Lamarr escuchaba conversaciones técnicas sobre sistemas de guiado y control de torpedos.

Harta de aquella vida, decidió escapar. Según la versión más conocida, lo hizo disfrazada de asistenta para llegar a París y luego a Londres, donde conoció a Louis B. Mayer, jefe de la Metro-Goldwyn-Mayer. Él le ofreció un contrato y un nuevo nombre: Hedy Lamarr. En Hollywood, se convirtió en un icono del cine, aunque su verdadera pasión estaba lejos de los focos: inventar.
Una cena, un compositor y una idea revolucionaria
En una cena conoció a George Antheil, compositor de vanguardia y apasionado de la mecánica de las pianolas. Ambos compartían la preocupación por el avance nazi en Europa y decidieron trabajar juntos para resolver un problema militar: los torpedos teledirigidos podían ser interceptados fácilmente al detectar la frecuencia de radio que los guiaba.

Lamarr propuso un sistema basado en el salto de frecuencia (frequency hopping), una técnica que consiste en cambiar rápidamente la frecuencia de la señal de radio siguiendo un patrón conocido solo por el emisor y el receptor. Así, ambos “saltan” juntos entre diferentes canales, haciendo que para un enemigo la comunicación parezca ruido aleatorio e imposible de interceptar. El 11 de agosto de 1942 obtuvieron la Patente estadounidense nº 2.292.387.
La pareja donó la patente al ejército estadounidense sin recibir compensación económica. Sin embargo, el invento no llegó a utilizarse durante la Segunda Guerra Mundial debido a las limitaciones técnicas de la época y a las prioridades militares del momento. Aun así, la idea fue clave para el desarrollo posterior de sistemas de comunicación seguros.
El rechazo inicial y el reconocimiento tardío
Lejos de darle un uso inmediato, la Marina estadounidense sugirió a Lamarr que su contribución sería más útil vendiendo bonos de guerra: títulos que los ciudadanos compraban para prestar dinero al Gobierno y financiar el esfuerzo bélico, con la promesa de recuperarlo con intereses años después. Lamarr aceptó y recaudó millones en actos públicos.

En la década de 1960, con la tecnología más avanzada, el salto de frecuencia comenzó a aplicarse en sistemas militares. Décadas después, el principio de “espectro ensanchado” resultó fundamental para tecnologías como el WiFi, el Bluetooth y ciertas comunicaciones del GPS.
No fue hasta 1997 cuando Lamarr recibió el premio Pioneer de la Electronic Frontier Foundation. Su respuesta, ya retirada del ojo público, fue tan concisa como reveladora: “Ya era hora”.
Hedy Lamarr falleció en el año 2000, dejando un doble legado: el de una estrella inolvidable del cine y el de una inventora cuyo trabajo demuestra que la genialidad no entiende de etiquetas ni de estereotipos. Su historia sigue inspirando a quienes creen que la belleza y la inteligencia no solo pueden coexistir, sino cambiar el mundo.
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