Un equipo internacional de arqueólogos ha localizado en la selva chiapaneca lo que podría ser la ciudad maya de Sak-Bahlán –también conocida como Sac-Balam, que significa "tierra del jaguar blanco"–, un asentamiento de resistencia indígena que había permanecido oculto durante tres siglos en la Reserva de la Biosfera Montes Azules, en México.
Esta ciudad fue uno de los últimos refugios de los lacandones-ch'olti'es, un pueblo maya que resistió la conquista española. Establecida tras la caída de su capital Lacam-Tún (Lakam Tun, "Gran Peñón ") en 1586, Sak-Bahlán se mantuvo como un lugar de difícil acceso para los colonizadores, conservando su independencia durante más de un siglo.
En 1695, el fraile Pedro de la Concepción logró llegar hasta la ciudad y ocuparla sin conflicto. Renombrada como Nuestra Señora de los Dolores, fue abandonada en 1721 y desde entonces había permanecido perdida en la vegetación de la selva.
Tecnología arqueológica: el mapa que reveló la ciudad perdida
El descubrimiento no hubiera sido posible sin la meticulosa labor del investigador Josuhé Lozada Toledo, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, quien colaboró con los arqueólogos Brent Woodfill y Yuko Shiratori, de las universidades de Winthrop (Estados Unidos) y Rissho (Japón), respectivamente.
La clave estuvo en los relatos coloniales: una carta escrita por el fraile Diego de Rivas en 1698 describía un viaje de cuatro días a pie y dos en canoa desde el río Lacantún hasta llegar a la ciudad. A partir de esas pistas, Lozada desarrolló un modelo predictivo utilizando el software ArcGIS Pro, alimentado con capas de información geográfica: topografía, cuerpos de agua, vegetación e incluso el peso estimado de las cargas que llevaban los viajeros en la época.
El resultado fue una propuesta cartográfica que condujo al arqueólogo a delimitar un área probable donde podría encontrarse la ciudad perdida. El modelo predictivo, que será publicado en la revista Chicomoztoc, señalaba una ubicación cercana a los ríos Jataté e Ixcán, a lo largo de la frontera entre México y Guatemala.
Con el mapa en mano, el equipo emprendió una ardua expedición por la selva chiapaneca. "Es el recorrido de campo más pesado que he tenido en mi vida, pero, finalmente, encontramos la evidencia arqueológica, justo en el punto que había marcado", relata Lozada Toledo en una declaración del INAH.
En el sitio, los investigadores hallaron estructuras de piedra, herramientas de obsidiana, cerámica y las ruinas de una pequeña iglesia española, pruebas físicas que coincidían con el bastión maya descrito en los documentos coloniales.
El hallazgo fue registrado oficialmente bajo el nombre "Sol y paraíso. Probablemente Sak-Bahlán", y su historia es también eje del documental Discovering the Hidden Mayan City: Sac Balam, financiado por Discovery Channel.
Resistencia maya
La historia de Sak-Bahlán refleja la compleja realidad de la conquista española en territorio maya. Según señala Smithsonian Magazine, a principios del siglo XVI, las ciudades-estado mayas funcionaban de forma independiente, con alianzas y rivalidades cambiantes, muy parecidas a la antigua Grecia.
"Dado que los mayas nunca estuvieron centralizados, es muy difícil conquistar zonas enteras", declaró Maxine Oland, arqueóloga de la Universidad de Massachusetts Amherst, a la revista Science en 2019.
Los españoles intentaron sin éxito encontrar la comunidad durante décadas, y solo lo consiguieron cuando el líder de otro grupo maya se ofreció a escoltar a los sacerdotes católicos que esperaban convertir a los ch'ol-lacandón En 1695, el fraile Pedro de la Concepción finalmente divisó la ciudad. Poco después, las tropas españolas, ayudadas por sus aliados mayas, ocuparon Sak-Bahlán sin necesidad de entablar batalla.
Los españoles rebautizaron la ciudad como Nuestra Señora de los Dolores, pero su existencia fue efímera. En 1721, apenas 26 años después de su conquista, la ciudad fue abandonada y la selva reclamó sus estructuras.
"Este descubrimiento enriquece la historia de Chiapas y muestra la dignidad, la identidad y la fuerza de los grupos indígenas", señala Lozada Toledo a Milenio. "Además pone en relieve la arqueología de la gente común, sus costumbres, su día a día y su lucha".
De acuerdo con Smithsonian Magazine, el equipo de investigación ya ha completado dos temporadas de campo en el yacimiento, llevando a cabo excavaciones preliminares para determinar su período de ocupación. Los planes futuros incluyen el uso de tecnología lidar para cartografiar la zona bajo el dosel de la selva y localizar estructuras ocultas.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información del INAH, Smithsonian Magazine y Milenio.
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