Sanciones, recompensas y amenazas: Trump y Maduro, una relación marcada por los altibajos

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha retomado recientemente su campaña de presión sobre el Gobierno de Nicolás Maduro, después de que durante su primer mandato (2017-2021) fracasara en su intento de instigar un cambio de régimen en Venezuela después del fallido alzamiento de las tropas bolivarianas en 2019. Pero, qué es lo que motiva su nuevo interés en Caracas.

Tras la reciente escalada entre ambos países, fuentes venezolanas anunciaron la semana pasada la liberación de un grupo de presos políticos y ciudadanos estadounidenses, una medida que recibió el "beneplácito" de Washington.

"Acogemos con beneplácito la liberación de los presos políticos y detenidos venezolanos que también fueron liberados de las cárceles venezolanas", celebró el Departamento de Estado a través de un comunicado. "El uso por el régimen de la detención injusta como instrumento de represión política debe terminar".

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Sin embargo, este no es más que el último episodio de una relación altamente fluctuante entre ambos líderes desde que Donald Trump llegó por primera vez a la presidencia, hace ahora ocho años. A continuación, analizamos los altibajos de la relación entre ambos mandatarios a lo largo de casi una década.

La búsqueda de un cambio de Gobierno que no fue

Durante su primer mandato y con John Bolton como asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el Gobierno estadounidense abogó desde un principio por un cambio de Gobierno en Caracas y apostó por apoyar a Juan Guaidó, a quien el propio Trump invitó a tomar la palabra durante su discurso sobre el Estado de la Unión de 2019.

Por aquel entonces, el presidente republicano llegó a afirmar que "todas las opciones" estaban "sobre la mesa" al ser cuestionado sobre una posible intervención militar estadounidense.

Finalmente, Washington optó por imponer duras sanciones a Venezuela, especialmente sobre su sector petrolero y contra varios de sus líderes bolivarianos, como el entonces vicepresidente Diosdado Cabello, medidas que, según expertos, lograron debilitar al régimen de Maduro en su momento y dieron esperanza a la oposición venezolana.

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Esta esperanza alcanzó su punto culminante cuando, con el apoyo de Washington, el entonces líder opositor, Juan Guaidó, lideró un alzamiento cívico-militar el 30 de abril de 2019. Sin embargo, la asonada fracasó y Guaidó acabó teniendo que abandonar el país para buscar refugio en Estados Unidos.

Poco después, Bolton fue cesado debido a sus frecuentes desacuerdos con el propio Trump, quien a partir de ese momento pareció desinteresarse por la situación en Venezuela. Desde entonces, el exasesor se volvió un vocal crítico de Trump y escribió un libro sobre su experiencia en la Administración Trump; lo que llevó a su antiguo jefe a acusarle de traición. Hace apenas unos días, el FBI registró su casa.

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Aun durante su primer mandato, el presidente republicano volvió a interesarse por Maduro cuando el Departamento de Justicia, ante el creciente aumento de muertes por sobredosis por todo el país, acusó a Maduro de ser el líder del Cartel de los Soles y ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por su captura, en marzo de 2020.

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Pero apenas unos meses después, Trump perdió las elecciones frente al demócrata Joe Biden, quien si bien mantuvo la recompensa sobre la cabeza de Maduro, quiso desescalar las tensiones entre ambos países, al tiempo que mantenía su apoyo hacia Guaidó, a quien llegó a reconocer como presidente legítimo de Venezuela.

Este apoyo de Estados Unidos, no obstante, comenzó a desquebrajarse después de las últimas elecciones presidenciales en el país sudamericano, en las que la opositora María Corina Machado, que partía favorita en las encuestas, fue inhabilitada. Finalmente, la Plataforma Unitaria presentó al diplomático Edmundo González como candidato en las presidenciales de 2024.

Una vez más, Maduro se proclamó ganador de los comicios, a pesar de que su Gobierno se negó a presentar las actas electorales, lo que le valió la condena de buena parte de la comunidad internacional. Sin embargo, en esta ocasión, Washington, acuciado por el aumento del precio del crudo, no declaró al candidato opositor, González, como legítimo presidente y siguió apostando por un acercamiento al madurismo.

Se retiraron algunas de las sanciones que pesaban sobre el sector petrolero venezolano y se llevaron a cabo algunos intercambios de presos entre ambos países, algo que fue duramente criticado por Trump.

Nuevo giro con tintes electoralistas

Sin embargo, Trump volvió a cambiar de postura, una vez más, al comenzar la campaña de cara a las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos.

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El republicano prometió bajar los precios del crudo, para lo que se mostró abierto a acabar con todas las sanciones que pesaban sobre su sector petrolero, lo que habría posibilitado que las empresas estadounidenses recuperaran su acceso al crudo refinado venezolano.

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Además, en su afán de criticar al Gobierno de Joe Biden, al que acusaba de excesiva mano blanda tanto con la inmigración como con la delincuencia, el republicano intentó hilar un equilibrio imposible: al tiempo que acusaba al régimen de Maduro de enviar a delincuentes a Estados Unidos con el fin de vaciar sus prisiones, elogiaba su trabajo en materia de seguridad haciendo suyas las bajas tasas de criminalidad esgrimidas por Caracas.

Esta maniobra le permitió granjearse el apoyo de la comunidad venezolana en estados como Florida, que a la postre resultaron decisivos a la hora de hacerse nuevamente con la Casa Blanca.

Una segunda Administración imprevisible

Sin embargo, desde que juró la presidencia por segunda vez, en enero de este año, la posición de Trump hacia Venezuela se ha vuelto, cuanto menos, imprevisible.

En un principio, el mandatario estadounidense abogó por un nuevo acercamiento a Venezuela, lo que llevó a Maduro a recibir en Caracas, al enviado especial de Trump, Richard Grenell. Este encuentro desembocó en la puesta en libertad de seis presos estadounidenses que permanecían detenidos en suelo venezolano desde hacía años.

Asimismo, según informó la Casa Blanca, el Gobierno estadounidense, arrancó un compromiso al Gobierno de Maduro por el que permitiría la llegada de vuelos con venezolanos deportados por Estados Unidos, como parte de la cruzada de Trump contra la inmigración.

Sin embargo, este acuerdo duró poco y finalmente Washington optó por empezar a enviar a sus venezolanos deportados de manera expedita y sin el debido proceso a El Salvador, cuyo presidente, Nayib Bukele, se mostró dispuesto a recibirlos y encerrarlos en la controvertida cárcel de CECOT.

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Al conocerse este acuerdo con Bukele, no tardaron en lloverle las críticas a Trump, por deportar a migrantes a un país con el que no tenían relación. Sin embargo, Washington aseguró que la medida estaba justificada por tratarse de "criminales", en su mayoría vinculados con el Cártel de los Soles.

Ante tales acusaciones, se le exigió al Gobierno que demostrara tales acusaciones, caso por caso, ante los tribunales. La respuesta del presidente fue declarar en julio al Cártel de los Soles como una organización terrorista que representaba una amenaza existencial para Estados Unidos y acusó a Maduro de liderar a este grupo como parte de una "guerra asimétrica" cuyo objetivo sería debilitar al país norteamericano.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se apresuró a decir que dicha amenaza "no existe". Por contra, la Presidencia de Paraguay, así como el Gobierno de Ecuador, entre otros, respaldaron a Washington y también declaró a este cártel como "organización" criminal. Ya en agosto, el Departamento de Justicia aumentó a 50 millones de dólares la recompensa ofrecida por Maduro.

Sin embargo, la escalada ha continuado hasta tal extremo que la semana pasada el Departamento de Defensa estadounidense reforzó su presencia en aguas del Caribe, una medida que fue respondida por el Gobierno de Maduro con el llamamiento a filas de unos 4,5 millones de milicianos.

El domingo, Caracas anunció la liberación de un grupo de 13 activistas políticos detenidos durante la crisis poselectoral de los comicios de julio de 2024, una medida que fue celebrada por la oposición venezolana.

Entre los liberados se encuentran el exdiputado Américo De Grazia, el dirigente Pedro Guanipa y el exalcalde de Maracaibo Rafael Ramírez. También fueron excarcelados Víctor Jurado, Simón Vargas, Arelis Ojeda Escalante, Mayra Castro, Diana Berrío, Margarita Assenza y Gorka Carnevali. Permanecerán bajo detención domiciliaria Nabil Maalouf, Valentín Gutiérrez Pineda, Rafael Ramírez, Pedro Guanipa y David Barroso.

Más países se movilizan para frenar el tráfico de drogas en el Caribe

Otros países, como Francia y Trinidad y Tobago, han movido ficha ante las recientes tensiones. En el caso del país europeo, París ha anunciado esta semana que aumentará su presencia en aguas del Caribe, para proteger sus territorios de ultramar, en particular Guadalupe y Martinica.

En el caso de Trinidad y Tobago ya ha expresado su apoyo al despliegue estadounidense y ha brindado a Washington la posibilidad de surcar sus aguas con total libertad.

En paralelo, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, advirtió sobre un "nuevo entorno" en la disputa territorial con Venezuela y llamó a consolidar apoyos internacionales. Asimismo, aseguró que su país está preparado para adoptar medidas de protección de su soberanía en el marco de la disputa territorial con Venezuela por la región del Esequibo, una franja de 160.000 kilómetros cuadrados con importantes recursos naturales.

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