
Lo que comenzó como un acercamiento en los primeros meses del mandato de Trump se ha convertido en una crisis diplomática que ha llevado al anuncio del despliegue de submarinos nucleares estadounidenses cerca de territorio ruso.
El punto de inflexión se produjo cuando Medevdev calificó el ultimátum de Trump al presidente Vladímir Putin sobre el fin del conflicto en Ucrania como "una amenaza y un paso hacia la guerra". Además, en junio, tras los ataques aéreos estadounidenses contra instalaciones nucleares en Irán, aliado de Moscú, Medvédev sugirió que "varios países" estaban dispuestos a proporcionar ojivas nucleares a Teherán, lo que provocó la ira de Trump, quien lo acusó de amenazar "casualmente" con un ataque nuclear.
La retórica de Medvédev se ha intensificado aún más, llegando a hacer alusiones al sistema semiautomático 'Dead Hand' de control de armas nucleares de Moscú en una publicación de Telegram criticando a Trump. Estas declaraciones, consideradas "altamente provocadoras" por el presidente estadounidense, han llevado a Trump a ordenar el posicionamiento de dos submarinos nucleares "en las regiones apropiadas, por si estas declaraciones insensatas e incendiarias son algo más que simples palabras".
Esta escalada contrasta marcadamente con el clima de los primeros meses del mandato trumpista, cuando Medvédev incluso elogió al presidente republicano por su voluntad de alterar el orden económico mundial y por confrontar a Zelenski en la Casa Blanca, acusando al líder ucraniano de estar "jugando con la III Guerra Mundial".
Los críticos han calificado las publicaciones de Medvédev como un intento de mantener relevancia política en los círculos de élite rusos, pero Trump ha tomado las amenazas en serio, especialmente después de que el exmandatario ruso describiera a los occidentales como "bastardos y degenerados" y declarara que "Ucrania es, por supuesto, Rusia".
Transformación política de Medvédev: del reformismo al radicalismo
Dmitri Medvédev, de 59 años y nacido en Leningrado como Putin, representa uno de los casos más llamativos de transformación política en el Kremlin contemporáneo. Su carrera política debe todo a Putin, quien lo llevó a Moscú en 1999 como protegido y lo elevó rápidamente hasta convertirlo en presidente de la gigante gasística Gazprom, jefe de gabinete del Kremlin y primer viceprimer ministro.
Durante su presidencia entre 2008 y 2012, Medvédev fue considerado un reformista liberal que buscaba vínculos "amistosos" con Europa y Estados Unidos. En 2010 firmó un tratado de reducción de armas nucleares con Barack Obama, en 2011 incorporó a Rusia a la Organización Mundial del Comercio tras 18 años de negociaciones, y adoptó una política exterior de no confrontación con "ningún país". Su programa de modernización, aunque criticado por ser más retórica que acción real, contrastaba con las posturas más duras del Kremlin.
Sin embargo, siempre fue claro quién era el socio principal en una dupla que los cables diplomáticos estadounidenses compararon con "Batman y Robin". Su primer acto tras ganar las elecciones de 2008 con el apoyo de Putin fue nombrarlo primer ministro, otorgándole amplios poderes de decisión. Mientras algunos en Occidente saludaron su llegada, otros lo vieron simplemente como un sustituto temporal que permitía a Putin eludir los límites constitucionales de mandatos consecutivos.
La decisión de Rusia de enviar tropas a Georgia en 2008, fracturando las relaciones con Occidente, ilustra esta dinámica: aunque Medvédev insistió en que fue su decisión, un alto general afirmó que fue planeada por Putin antes incluso de la inauguración presidencial. Durante este período, Moscú también se abstuvo en una votación clave del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia en 2011 que allanó el camino para la intervención militar liderada por la OTAN, una decisión que Putin ha criticado implacablemente desde entonces.

El antiguo jefe de Estado y primer ministro (2012-2020) adoptó un tono agresivamente antioccidental, multiplicando las descalificaciones contra el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, atacando los principios europeos y profiriendo amenazas de guerra nuclear destructiva. Sus ataques se han extendido a figuras como el canciller alemán Friedrich Merz, a quien acusó de "mentir como Goebbels", y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a quien calificó como "malvada".
Esta transformación coincide con la pérdida de protagonismo político de Medvédev, quien fue marginado por el auge del clan de los 'siloviki' (militares y servicios de seguridad) y finalmente destituido como primer ministro en 2020. Actualmente relegado a un papel limitado como vicepresidente del Consejo de Seguridad, sus declaraciones buscan aparentemente recuperar relevancia a través de posturas cada vez más radicales que contrastan con su pasado reformista.
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