Conocidos como “Los Agachados” por tener que comer siempre en cuclillas, estas fondas al aire libre eran la esencia popular del México antiguo. En donde el hambre se curaba a 20 centímetros del suelo y sucedía una realidad de México que no muchos querían ver.
¿Qué eran Los Agachados?
Los agachados fueron por muchos años el principal sustento culinario de México. Comedores populares que surgieron a finales del siglo XIX, tras la marcada diferencia de clases económicas.
El lugar perfecto para curar el intenso ajetreo de estómago, un adorno más de las pintorescas calles capitalinas. Se les decía “agachados” a las personas que con intención de calmar su hambre se detenían para comer en estas pequeñas fondas.

Se le conocían como los agachados a los comedores populares que se encontraban al ras del suelo en la calle, la gente tenía que agacharse para comer/ Reddit
Se hincaban o sentaban en bancos para reposar por unos momentos y solo comer. No había mesas, no había sillas, solo calle. Instalados al ras de piso, estos comedores populares ofrecían una gran variedad de platillos económicos con sabor a hogar.
Por tan solo unos centavos podrías tener una comida completa en segundos. Grandes ollas con guisos variados se mantenían calientes por el uso de anafres.
Agachado te servían tu comida en cazuelas de barro calientes, así podías tener tan solo por segundos un momento de calidez humana.
Así fue como se le comenzó a llamar “Los Agachados” a estas fondas, en referencia a sus comensales que en cuclillas malabareaban su comida para evitar mancharse.
¿Qué se comía en estos comedores?

En estos comedores se solían preparar un sinfín de guisos que se ponían en cazuelas de barro, pero también se hacían antojitos/ Foro Chilango
No había menú fijo, tan solo cazuelas. Abundante y barato estaba pensado para satisfacer el antojo de cualquiera que pasara caminando.
Aquí podías encontrarte cualquier tipo de comida. Las cazuelas se llenaban al tope para iniciar la mañana y al acabar el día, se iban vacías. Podrías encontrar arroz rojo, frijoles de la olla, chicharrón en salsa verde, pancita, moles, sopas, caldos y mucho más.
También era fácil encontrar algunas opciones de antojitos como: tacos de guisado, quesadillas y tlacoyos. Comida con sabor a hogar por tan solo unas cuantas monedas.
No se necesitaban cubiertos porque se tenían tortillas. Todo se comía sin prisa y con la mano. Era comida para los trabajadores, estudiantes y todo aquel que deseaba sanar esa intensa hambre.
De los talones a las nalgas: la evolución de “Los Agachados”

Con el paso de los años, estos comedores populares se transformaron en fondas, mercados y taquerías, pasaron de estar en la calle a puestos/ Museo Amparo
Con la llegada del siglo XX, “Los Agachados” dejaron de existir. Los puestos callejeros improvisados se mudaron a locales y espacios techados.
Donde antes faltaban sillas ahora había bancas. Ubicados en mercados, tianguis y patios se convirtieron en los nuevos espacios para que quien cocinaba en la calle lo hicieran con más formalidad.
Aunque en algunos lugares el nombre se mantuvo, con el paso del tiempo se fue olvidando. El nombre poco a poco se extinguió, pero quedó en el imaginario colectivo capitalino.
Con los años estos comedores improvisados evolucionarían, puesto semifijos con lonas y mesas de madera serían el primer paso.

Las fondas son aquellos restaurantes clásicos de México que guardan las recetas clásicas del hogar, conoce un poco más de su historia/ Cuarto Oscuro – Isaac Esquivel Monroy
Fondas al aire libre que continuaban con la tradición. De aquí surgen muchos de los puestos de tacos de guisado que hay regados por toda la ciudad.
En los 80´s se formalizarían y se convertirían en fondas registradas, con licencia y menú fijo. Inclusive se crearía una propuesta para la mañana y otra para la tarde.
A pesar de que al día de hoy muchos han desaparecido, debido a la dura competencia con cadenas de comida rápida, “Los Agachados” mutaron a cocinas económicas, fondas y taquerías.
El alma del “agachado” aún persiste en muchos de los conceptos gastronómicos que habitan en esta ciudad. Hoy se le recuerda con nostalgia aquellos tiempos que con poco, se hacía mucho y más sabroso.
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