La ofensiva del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra la inmigración ilegal es una piedra angular de su política nacional y forma parte de su controversial promesa de campaña de llevar a cabo "la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos". Deportar a esos migrantes a países africanos no formaba parte del plan original que anunció cuando se postuló a la presidencia en 2024.
Sin embargo, el Departamento de Seguridad Nacional declaró en junio que las deportaciones a terceros países (es decir, el envío de migrantes indocumentados desde Estados Unidos a países distintos del suyo) eran necesarias para expulsar a personas "tan brutales que sus propios países no las aceptarán de vuelta".
Uganda se convirtió en el último país de África en aceptar un acuerdo con Washington, comprometiéndose a acoger a un número aún por especificar de migrantes que no cumplen los requisitos para permanecer en Estados Unidos.
Alex Vines, director del Programa de África de Chatham House, un reconocido centro de estudios en Londres, destaca que este acuerdo se basa en los adoptados a principios de año entre Estados Unidos y otras naciones africanas. "En julio, un pequeño número de personas fueron enviadas a Sudán del Sur y Esuatini. Fueron menos de 10 en total, pero esto muestra la dirección del proceso", declaró Vines a DW. El acuerdo con Uganda es mucho más ambicioso.
"Los propios ugandeses han dicho que no quieren a personas con antecedentes penales ni menores de edad, y que preferirían a los africanos", añadió Vines, lo que plantea dudas sobre el propósito del plan.
Uganda: una nación de refugiados en crisis
Apenas unos días antes de la confirmación del acuerdo, el ministro de Relaciones Exteriores de Uganda, Henry Oryem Okello, afirmó que el país no tenía la capacidad para acoger a migrantes. Sin embargo, tras negar inicialmente el acuerdo con el gobierno estadounidense, Vincent Bagiire, secretario permanente del ministerio, lo confirmó, al afirmar que se trataba solo de un "acuerdo temporal".
Uganda ya alberga la mayor población de refugiados de África, con aproximadamente 1,7 millones de personas alojadas en diversos campamentos por todo el país, según la ONU. Se trata principalmente de solicitantes de asilo y refugiados reconocidos, procedentes de otros países de la región, como República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Sudán.
En su mayoría, estas comunidades inmigrantes conviven pacíficamente con la población local, pero algunos creen que esto podría cambiar: "Uganda es un país hospitalario que acoge a muchos refugiados. No es un gran problema para nosotros. Pero como país de acogida, ya estamos desbordados", dice Dorcus Kimono, residente de la capital Kampala. Otro residente, Alex Wandeba, comparte su opinión. "Uganda ya está sobrecargada; tenemos muchos refugiados de los países vecinos, creo que ya tenemos suficiente", manifestó.
"Si estos migrantes vienen a nuestro país, no nos importaría compartir lo poco que tenemos con ellos. Pero, ¿qué está haciendo el gobierno estadounidense por nosotros?", se pregunta Kampala. "Me gustaría saber que, si se llega a un acuerdo con nuestro gobierno, Estados Unidos construirá carreteras o nos ayudará en los sectores de la salud y la educación. Sería un buen acuerdo".
Esuatini: un reino sin derechos
Si bien anteriores administraciones estadounidenses también llevaron a cabo expulsiones de terceros países, la práctica de Trump de enviar inmigrantes a naciones con graves crisis políticas y de derechos humanos ha generado alarma entre los grupos defensores.
Esto fue particularmente notorio el mes pasado, cuando Estados Unidos trasladó a Esuatini a cinco inmigrantes, de Vietnam, Jamaica, Laos, Yemen y Cuba. Se trata de la última monarquía absoluta de África, conocida por su preocupante historial en materia de derechos humanos.
Esuatini ha sido gobernada por Mswati III desde 1986, quien lleva una vida de lujo, mientras la población de esta nación sin litoral de 1,2 millones de habitantes sigue siendo pobre. El país tiene un deficiente historial de derechos humanos, según Human Rights Watch e informes elaborados por el propio Departamento de Estado de Estados Unidos, incluso desde 2023.
El activista político Mphandlana Shongwe afirma que existe una indignación pública generalizada en Esuatini por la decisión del rey de permitir la entrada de esos inmigrantes al país. "Condenamos que se traiga a nuestro país a presos peligrosos para que se mezclen con nuestros jóvenes presos, que aún tienen la oportunidad de rehabilitarse", declaró a DW.
El portavoz del gobierno, Thabile Mdluli, aseguró al público que los cinco reclusos "no representan ninguna amenaza para el país ni para sus ciudadanos", ya que se encuentran aislados, al menos por ahora.
Sudán del Sur, un país devastado por la guerra
Sudán del Sur, devastado por un conflicto, también acordó aceptar a los inmigrantes enviados por la administración Trump. Edmund Yakani, presidente del Foro de Organizaciones de la Sociedad Civil de África Oriental, dijo a DW que los detalles del acuerdo se mantienen ocultos al público.
Vines, por su parte, cree que todo se reduce a la geopolítica. "Se trata de que estos países busquen cómo diversificar sus alianzas y forjar mejores relaciones con la administración Trump, que puedan generarles beneficios económicos y de otro tipo a largo plazo", afirmó. "Sudán del Sur está en el punto de mira de la actual estrategia de visados de la administración estadounidense, que restringe el acceso a Estados Unidos debido a (un historial de) estancias prolongadas de sursudaneses", explicó Vines.
Ruanda: ¿actuando por buena voluntad?
La portavoz del gobierno ruandés Yolande Makolor confirmó que su país también acogería hasta 250 deportados de Estados Unidos, bajo la condición de que el gobierno mantenga "la capacidad de aprobar a cada persona propuesta para el reasentamiento", en virtud del acuerdo.
Al explicar por qué Ruanda aceptó el acuerdo con Washington, Makolo afirmó que significaba que el país africano estaba haciendo su parte para ayudar con los problemas de migración internacional porque sus "valores sociales se basan en la reintegración y la rehabilitación".
Otros países africanos a los que se sabe que Estados Unidos ha contactado para acuerdos de deportación incluyen Liberia, Senegal, Gabón, Mauritania y Guinea-Bisáu. Nigeria ha rechazado explícitamente cualquier propuesta y su ministro de Relaciones Exteriores, Yusuf Tuggar, afirmó que el país ya tenía "bastante con sus propios problemas".
(lgc/rr)
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