
Nayib Bukele sabía, siempre supo. Fue su pacto. La novedad es que Donald Trump también sabía, y eso abre uno de los capítulos más cínicos de la relación entre ese poderoso hombre y el ahora dictador salvadoreño.
Bukele pactó con las pandillas de El Salvador entre 2014 y 2022, la Mara Salvatrucha-13 incluida. No diré nada más en esta columna para intentar asentar esa verdad, porque las pruebas son abundantes y quien no quiera cerrar los ojos y apretarlos bien solo tiene que abrirlos y escribir en un buscador "pacto Bukele pandillas", en inglés o español, y tendrá textos para leer durante horas, documentos, fotografías y videos para ver durante horas, audios para escuchar durante horas.
Donald Trump lo sabía. Sobre eso sí diré varias cosas.
Primero, lo que pasó: hace unos meses, The New York Times consiguió un cable diplomático enviado desde la Embajada de Estados Unidos en El Salvador en septiembre de 2020 hacia el Departamento de Estado del Gobierno de Trump. En el cable, se relataba que uno de los funcionarios de Bukele, que era y aún es su jefe de prisiones, Osiris Luna, se había acercado a funcionarios de la Embajada para contarles del pacto que el Gobierno del salvadoreño estaba articulando con las pandillas. En el cable se decía que el carcelero incluso había presentado pruebas y fotografías. Luna pidió un lujoso asilo en Estados Unidos. Los diplomáticos creían que, por ser alguien tan señalado de corrupción, su testimonio podría tambalear en las cortes estadounidenses. No le hicieron mucho caso. Meses después de que Luna lo intentara, en mi periódico, El Faro, publicaríamos parte de la evidencia que Luna intentó intercambiar, y la historia tomó otros rumbos. Pero el hecho es que el cable donde por primera vez se escribió que el Gobierno de Bukele tenía un pacto con líderes pandilleros salió de una embajada de Trump y llegó a una dependencia de Trump en Washington hace cinco años.
Alguien podría decir que Trump estaba muy ocupado y no se enteraba de lo que le enviaban desde un paisito como El Salvador. Pensar eso, creo, es ingenuo: el cable, según The New York Times, llegó a John J. Durham, a quien la administración Trump había designado años atrás para crear y dirigir un nuevo grupo de tarea conjunta llamado Vulcan, y dedicado exclusivamente a la Mara Salvatrucha-13. Durham es ahora fiscal federal del Distrito Este de Nueva York. Trump se había pasado años hablando de los miembros de esa pandilla para enarbolar sus políticas antiinmigrantes: "El cartel MS-13 es particularmente violento. No les gusta disparar a las personas porque es muy rápido. Leí que uno de esos animales explicaba que le gustaba cortarlos y dejarlos morir lentamente porque era más doloroso y les gustaba verlos morir… Son animales", dijo, por ejemplo, en 2017, cuando hablaba ante policías de dos condados con presencia de esa pandilla.
Trump pasó años mascullando en público el nombre de una pandilla que no entendía, ocupándola como su lanza de odio contra los migrantes y juntando a agencias federales para perseguirla. Me parecería pusilánime creer que, cuando desde su Embajada en El Salvador le informaron que Bukele, la estrella política de Latinoamérica, tenía un pacto con ella, aquello no hubiera llegado a su despacho.
Trump salió del poder en 2021 sabiendo esto.
Trump volvió al poder en 2025 sabiendo esto.
Y en 2025 invitó a Bukele a su despacho y lo felicitó por haber acabado con esa mafia y le mandó a dos centenares de venezolanos, muchos de ellos sin crimen alguno, a sus cárceles, las mismas cárceles que dirige aquel carcelero que en 2020 contó sobre el pacto mafioso a sus diplomáticos en San Salvador.
Y no solo eso: Trump, en medio de esos venezolanos, devolvió a Bukele a uno de esos mafiosos, a Greñas, que había sido capturado en México gracias a información de aquella fuerza de tarea Vulcan que el mismo Trump creó. Esa fuerza de tarea, con fondos públicos estadounidenses, capturó en México a Greñas y a ocho líderes más de la MS-13 que aún permanecen en Estados Unidos, que podrían hablar de ese pacto con Bukele en cortes estadounidenses. Porque Estados Unidos, también bajo la administración Trump, declaró a esa pandilla como organización terrorista extranjera, y a cualquiera que se asocie con ella como un delincuente ante los ojos de ese país. Y, no bastando todo esto, Trump aún intenta devolver a Bukele a otro más, a Vampiro, y con ello enviar un lapidario mensaje a los demás: si tú hablas en Estados Unidos sobre los pactos que hiciste con Bukele, puedes terminar en El Salvador, en una cárcel de Bukele.
Esa mafia asesinó a decenas de miles de salvadoreños. A muchos de ellos los asesinó mientras Bukele era su socio político, como lo fue por ocho años, desde que intentaba ser alcalde de la capital. Esa mafia ―"esos animales", como les llamó Trump― también extorsionó, violó y torturó a decenas de miles de salvadoreños, y cobró al entorno político de Bukele para amenazar votantes y elegirlo a él como alcalde capitalino en 2015 y luego como presidente en 2019.
Es un lugar común decir que la política es sucia. Pero esto es una cochinada.
(rml)
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