Chaim Weizmann (1874-1952), británico nacido en el Imperio ruso, fue un bioquímico de renombre internacional.
Sus descubrimientos fueron esenciales para la producción a gran escala de acetona, un producto que tuvo un uso militar estratégico en la década de 1910: se utilizó en la fabricación de cordita, un explosivo ampliamente utilizado por Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial.
La carrera política de Weizmann fue aún más distinguida.
Fue uno de los grandes líderes del sionismo, un movimiento nacionalista que surgió a finales del siglo XIX y que abogaba por la creación de un estado judío en Palestina.
En 1947, después de los horrores del Holocausto, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la división de Palestina, entonces bajo dominio británico, en dos Estados, uno para los judíos y otro para los árabes.
Hasta el día de hoy Palestina no se ha establecido, aunque más de 140 países lo reconocen como Estado.
Se espera que esta cifra aumente, ya que algunos países han anunciado recientemente que reconocerán al Estado palestino en septiembre, durante la próxima sesión de debates de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Israel, en cambio, sí declaró su independencia en 1948, y en 1949, Weizmann fue elegido presidente del nuevo país, por su dedicación a la causa sionista.
Se trataba, sin embargo, de un cargo más simbólico y ceremonial que ejecutivo, porque Israel es una república parlamentaria, donde el primer ministro es el jefe de gobierno.

En 1952, a la edad de 77 años, Weizmann murió.
Israel necesitaba un nuevo presidente.
El Ministerio de Asuntos Exteriores propuso nombres de judíos prominentes que podrían desempeñar el cargo y fomentar la inmigración al joven país.
El gobierno del primer ministro David Ben-Gurión decidió volver a invitar a un científico al puesto.
De inmediato, se centró en el científico más famoso.
"Me complace y me avergüenza"
El embajador de Israel en Estados Unidos, Abba Eban, se puso en contacto con Albert Einstein.
El físico alemán vivía en el país desde 1933, año en que Adolf Hitler llegó al poder y comenzó la persecución de los judíos en Alemania.
Eban le escribió una carta a Einstein en nombre de Ben-Gurion.
"Israel es un Estado pequeño en dimensiones físicas", decía. "Pero puede alcanzar la grandeza, ya que ejemplifica las más elevadas tradiciones espirituales e intelectuales que el pueblo judío ha establecido con sus mejores corazones y mentes, tanto en la antigüedad como en la actualidad".
El embajador también enfatizó que Einstein no tendría que renunciar a su carrera científica. Pero sí debería mudarse de Nueva Jersey, donde vivía y trabajaba en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, a Israel.
Einstein, quien entonces tenía 73 años, respondió cortésmente y pareció complacido con la invitación, pero no quería embarcarse en la aventura.
El científico argumentó que no tenía las habilidades requeridas para el puesto, según Ze'ev Rosenkranz, conservador de los Archivos de Einstein en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en el libro The Einstein Scrapbook, que contiene correspondencia y fotografías personales del físico.

"Me conmueve profundamente la oferta de nuestro Estado de Israel y, al mismo tiempo, me entristece y me avergüenza no poder aceptarla", respondió Einstein.
"Toda mi vida he tratado con asuntos objetivos, por lo tanto carezco tanto de la aptitud natural como de la experiencia para tratar adecuadamente con la gente y desempeñar deberes oficiales.
"Solo por estas razones, no sería apto para cumplir con las responsabilidades de este alto cargo.
"Me siento aún más afligido por estas circunstancias, ya que mi relación con el pueblo judío se ha convertido en mi vínculo humano más fuerte desde que tomé plena conciencia de nuestra precaria situación entre las naciones del mundo".
Según Alice Calaprice, autora de varios libros sobre el científico, Ben-Gurion se sintió aliviado por la negativa.
"Temía la franqueza de Einstein sobre políticas que pudieran ir en contra de su conciencia", escribió en An Einstein Encyclopedia.
El primer ministro le había confiado a su jefe de gabinete, Yitzak Navon (quien sería presidente de Israel de 1978 a 1983): "Dígame qué hacer si dice que sí".
"Tuve que ofrecerle el puesto porque sería imposible no hacerlo. Pero si acepta, tendremos problemas".
Einstein e Israel
El que no hubiera aceptado el cargo no quiere decir que Einstein fuera indiferente a la dirección política de Israel.
Al contrario.
"Einstein fue miembro del movimiento sionista. Desde 1921, mantuvo una estrecha relación con Weizmann, representando un ala izquierdista del sionismo que abogaba por la creación de un estado binacional, con derechos nacionales para árabes y judíos en Palestina", explica el historiador Michel Gherman, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) e investigador de temas relacionados con el sionismo y el conflicto entre Israel y Palestina.
Una vez más, la correspondencia de Einstein nos ayuda a comprender esto.
En 1947, tras la independencia de India, el científico le escribió al nuevo primer ministro del país, Jawaharlal Nehru.
Felicitó el logro indio y dejó explícita su convicción: "Hice mía la causa sionista porque a través de ella vi una manera de corregir un error evidente".
Al año siguiente, con la creación de Israel, el científico podría haberse sentido satisfecho tras décadas de lucha sionista. Pero denunció los abusos cometidos por un segmento más radical de la población israelí.

A finales de 1948, él y otros intelectuales judíos escribieron una carta abierta al New York Times criticando la visita del político Menachem Begin al país.
Begin era un líder del Irgun, una organización paramilitar sionista conocida por sus ataques terroristas contra palestinos y británicos en la época anterior a Israel.
Ese año, el Irgún masacró la aldea de Deir Yassin, cerca de Jerusalén, matando a más de cien civiles palestinos: hombres, mujeres y niños.
Poco después, la organización dio origen a un nuevo partido, Herut ("Libertad" en hebreo).
"La visita de Menachem Begin, el líder de este partido, a Estados Unidos está obviamente calculada para dar la impresión de que tendrá el apoyo estadounidense en las próximas elecciones en Israel", decía la carta al New York Times.
Los firmantes dejaron claro en el primer párrafo lo que pensaban de Herut: "Estrechamente relacionado en su organización, método, filosofía política y atractivo social con los partidos nazi y fascista".
En 2024, perfiles de izquierda en las redes sociales brasileñas rescataron esta carta después de que el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (PT) comparara las acciones de Israel en la Franja de Gaza, en su guerra contra Hamás, con el Holocausto.
Utilizados fuera de contexto, los argumentos podrían sugerir que el científico era un opositor de Israel.
"Einstein ha sido retratado como un crítico y como un defensor del sionismo y del Estado de Israel, de acuerdo con la agenda de aquellos que desean reivindicarlo para su propia causa", resumió el historiador británico Richard Crockatt en el libro Einstein and the Twentieth-Century Politics.
Para Crockatt, un ingrediente fundamental de la visión del científico sobre lo que debería ser el Estado de Israel fue su compromiso con un marco de valores más amplio.
"Sobre todo, está el odio al nacionalismo y la devoción al internacionalismo, que siempre operó como un límite a su sionismo y a su postura hacia Israel", explicó.
Éste fue el Einstein invitado a ser presidente del país en 1952.

"La intención, probablemente, era darle legitimidad internacional a un Estado recién creado que había surgido de una guerra sangrienta unos años antes", dice Gherman, refiriéndose al conflicto de 1948-1949 en el que Israel derrotó a la Liga Árabe y se apoderó de la mitad del área que había sido reservada para el futuro Estado de Palestina.
"Traidores"
El historiador Michel Gherman señala que, aunque el cargo de presidente en Israel tiene una función más ceremonial, también es "extremadamente político".
"Einstein no fue invitado sólo porque era judío, sino porque tenía vínculos políticos con el movimiento sionista y la defensa de la creación de Israel", apunta.
Recuerda que otros judíos notables fueron y son invitados a representar a Israel "en puestos simbólicos, con la intención de mejorar la imagen del país".
A principios de la década de 1990, por ejemplo, el ex primer ministro Shimon Peres sostuvo en entrevistas que el escritor Amos Oz debería entrar en la política.
En 1952, el grupo del que formaba parte Einstein, Brit Shalom, tenía una opinión minoritaria, pero nunca aislada, explica Gherman.
Entre sus miembros se encontraban intelectuales respetados y admirados internacionalmente, como los filósofos Hannah Arendt, Martin Buber y Gershom Scholem.
Fueron los participantes de Brit Shalom quienes fundaron la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Pero hoy, los miembros del grupo serían tratados como "traidores" por el actual gobierno israelí, opina Gherman, señalando que la administración del primer ministro Benjamin Netanyahu no permite espacio para opiniones divergentes, como la defensa de la solución de dos Estados.
"¿Quién sería el Einstein de nuestro tiempo? Imaginen si esa persona aceptara el puesto. ¿Lo aceptaría Ada Yonath, ganadora del Premio Nobel de Química y crítica de la ocupación de los territorios palestinos y de lo que ocurre hoy en Gaza? No lo creo".
Como Einstein no aceptó, quien acabó convirtiéndose en presidente de Israel ese año fue el historiador Yitzhak Ben-Zvi.
Menachem Begin, el político que visitó Estados Unidos y fue criticado por el científico, adquirió cada vez más influencia en Israel.
Herut fue el principal partido conservador israelí en las décadas siguientes, en la que el partido laborista detentó el poder.
Begin asumió el cargo de primer ministro en 1977 y permaneció en él hasta 1983.
Cinco años después, Herut fue absorbido por otro partido de derecha, el Likud. Desde 2006, su líder ha sido Netanyahu, el premier con más años en el cargo en la historia del país: sus tres mandatos suman casi 18 años.

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