Jason Momoa no siempre se consideró un hombre de apuestas, pero en 2014 se la jugó por completo por sí mismo. Cuando fue elegido para el papel principal en Aquaman, la película había estado en desarrollo, de una forma u otra, desde 2004. Muchos en la industria la daban por perdida. Pero Momoa sabía que valía la pena arriesgarse.
"Probablemente fue la mayor apuesta de mi vida", me dice Momoa en una entrevista por Zoom. La película de 2018 superó todas las expectativas y convirtió de inmediato a Momoa en una de las estrellas más buscadas de Hollywood.
"Salió lo mejor", afirma. "Tomamos un personaje que era el hazmerreír de los cómics e intentamos hacer algo con él. Pero después del estreno, fue la primera vez que los niños se me acercaban y decían: ‘¡Aquaman!’. Lo cambió todo".
De repente, Momoa fue catapultado a un nivel de fama con el que la mayoría de los actores solo sueñan. “Me esforcé mucho”, me cuenta. “Demostré lo que valgo”. Para algunas estrellas, alcanzar el estatus de superhéroe significa comprarse la casa o el auto de sus sueños —probablemente ambos. Pero para Momoa, significó apuntar más alto. Después de años interpretando personajes de historias ajenas, por fin está contando la suya: la historia de sus antepasados, base de su nueva serie de televisión, El gran guerrero (Chief of War).
"Si alguien me preguntara ‘¿qué es lo que más te gustaría hacer?’, esto es", dice sobre su proyecto más personal, que se estrena el 1ro de agosto en AppleTV+. "Quiero contar la historia de nuestro pueblo".
"Este soy yo, volcando mi alma en esta serie"
La herencia de Momoa es una mezcla de las raíces hawaianas de su padre, originario de Nanakuli, y la crianza en el Medio Oeste estadounidense de su madre, en Norwalk, Iowa. Pero es su conexión con Hawái, donde nació, en Honolulu, lo que más ha moldeado su identidad y alimenta su pasión por contar historias que honren su cultura.
Momoa deja ver su carisma y sentido del humor durante casi 30 minutos de conversación relajada por Zoom. Queda claro que no solo es un héroe en pantalla, sino también un narrador con un corazón tan grande como su imponente presencia. El gran guerrero es su alma al desnudo. La serie es mucho más que un logro profesional; es la culminación de 27 años de trabajo duro, pasión y un profundo compromiso por compartir la historia de su cultura con el mundo.
"Mientras crecía veía películas como El último de los mohicanos o El último samurái —historias que representan a guerreros—, pero nunca habíamos tenido algo así para nuestro pueblo. Quería asegurarme de que esto realmente nos representara", dice Momoa.
El gran guerrero es un drama histórico de nueve episodios creado por Momoa y Thomas Pa’a Sibbett, ambos con ascendencia nativa hawaiana. Está basada en hechos reales y sigue la historia del guerrero Ka’iana (interpretado por Momoa), en su lucha por unificar las islas hawaianas antes de la colonización occidental a finales del siglo XVIII. Contada desde una perspectiva indígena, la serie cuenta con un elenco predominantemente polinesio.

Como protagonista, guionista y productor ejecutivo, Momoa sabía que debía mantener un equilibrio delicado para alinear la importancia histórica con su visión creativa y, al mismo tiempo, lograr una serie atractiva para el público.
Al ver toda la temporada, es difícil no establecer comparaciones entre El gran guerrero y Juego de Tronos, la serie ganadora del Emmy que impulsó la carrera de Momoa en 2011. Ambas exploran complejas luchas de poder, culturas ricas y escenas de batalla épicas.
Pero Momoa señala rápidamente una diferencia clave:
"Juego de Tronos es un mundo de fantasía”, afirma. "Obviamente, hay muchas similitudes, pero El gran guerrero está basada en hechos históricos que realmente ocurrieron".
La serie no tiene dragones, pero las batallas son igual de intensas. En ellas, los fans pueden ver a Momoa montando tiburones y repartiendo golpes. Cuando le pregunto si prepararse físicamente para este papel guerrero se sintió diferente a los 45 años, en comparación con su etapa en Juego de Tronos en sus 30, se ríe.
"Sí, sí lo fue", responde, principalmente porque en aquella época hacía las escenas de acción sin dobles de riesgo.
Momoa ha estado revisando algunos de sus trabajos anteriores con su hijo de 16 años, Nakoa-Wolf, quien también muestra interés por la actuación. Al mostrarle parte de su filmografía, el actor recuerda lo exigentes que eran esos papeles físicamente y cómo su cuerpo pagó el precio.
"Estábamos viendo algunas cosas y me di cuenta de que borras el dolor", dice. "Te olvidas, y luego veo todo eso de nuevo y pienso: ‘ah, por eso me duele. Exactamente por eso me duele tanto'".
Momoa asegura que el desafío de El gran guerrero no fue ponerse en forma, sino prepararse para la resistencia emocional que requería el proyecto.
"Supervisas la visión de todo, estás involucrado en cada departamento, aprendiendo un idioma que no conoces, tienes la responsabilidad de representar tu cultura y asegurarte de hacerlo bien. Tenía mucho temor en muchos niveles", admite.
En pantalla, Momoa aparece la mayor parte del tiempo sin pantalones. Ser fiel a los orígenes culturales del relato significa que los personajes masculinos usan un malo, una prenda tradicional hawaiana que consiste en una simple tela enrollada alrededor del cuerpo.
"Es muy cómodo", asegura Momoa. "No intento llamar más la atención sobre mí, pero la verdad no me molesta usar un malo. Te da mucha fuerza, mucho poder y te hace sentir como un hombre. Es algo realmente hermoso".
Cuando le pregunto si tuvo que prepararse mentalmente para estar sin camisa durante nueve episodios, se ríe. "No soy muy fan de usar ropa", dice. "Estoy bien caminando con un malo, el problema es que los demás lo hacen incómodo".
Durante nuestra conversación, Momoa tenía la cámara apagada. En un momento la enciende, y aparece sin camisa. "Estoy en shorts, todo bien", dice con su sonrisa característica. "Pensé que no debía estar completamente desnudo… estamos en una entrevista".
"¡Eh, sé libre!", le respondo.
"Con toda honestidad, en la serie se me ve más que en este Zoom", bromea. (Y es cierto).
Manifestando un legado
Al igual que su presencia física en pantalla, El gran guerrero permite a Momoa mostrarse sin ningún remilgo —no solo en cuerpo, sino también en alma. La serie es mucho más que un hito en su carrera; es un reflejo de su corazón. Cada detalle, desde el reparto hasta el vestuario, está impregnado de su pasión por contar una historia auténtica y respetuosa. Su compromiso con sus raíces se ve incluso en el tatuaje de su cabeza.
"Me hice el aumakua en la cabeza para este papel", dice. El aumakua de Momoa —una especie de espíritu ancestral protector en la tradición hawaiana— son dientes de tiburón. Tiene el patrón tatuado también en el brazo. “Ni siquiera teníamos el visto bueno de Apple TV+ aún, pero me lo hice, manifestándolo”.
Para Momoa, tatuarse la cabeza —una marca permanente que lo conecta con sus raíces— fue un acto de compromiso profundo.
También está entregado a sus roles fuera de cámara, especialmente como padre. Su mayor motivación son sus hijos. Momoa tiene a Nakoa-Wolf y a su hija Lola, de 17 años, con su exesposa, Lisa Bonet.

"Ahora ellos pueden ver a su papá haciendo lo que ama. No puedo decir que eso era cierto cuando nacieron. En ese entonces, solo intentaba sobrevivir como actor. Pero ahora puedo trabajar en cosas que siempre soñé hacer. Y espero lo mismo de ellos. Que persigan sus sueños, que luchen por ellos. No es fácil, y ellos lo saben”.
Como muchos actores, Momoa aceptó papeles al inicio de su carrera que no siempre lo apasionaban. Aquaman le dio diferentes oportunidades. Rápidamente se convirtió en uno de los actores más buscados de Hollywood, consiguiendo más papeles dentro del universo DC y en franquicias como Duna y Rápidos y furiosos. Este año interpretó el personaje de Garrett “el basurero” Garrison en A Minecraft Movie, una película que está cerca de superar los mil millones de dólares en taquilla global. Dice que es "bastante tierno" ver cuántos niños ahora lo reconocen por otro rol que no es Aquaman.
"Ahora me dicen ‘¡el basurero!’, y es lo más genial del mundo", asegura.

Y hay una razón especial por la que eso significa tanto para él. "Eres la única persona a la que se lo he contado: mi padre era basurero", dice.
Momoa describe cómo su papá, Joseph, empezaba su ruta a las 4 de la mañana. Cuando terminaba, volvía a su casa a dormir unas horas y pasaba el resto del día pintando. "Cuando yo era niño, él pintaba toda la noche y luego salía a hacer su ruta de basura", recuerda, reflexionando sobre la pasión inquebrantable de su padre por su arte y su trabajo.
Desde pequeño, Momoa absorbió la dedicación que requiere perseguir los sueños, sin importar los sacrificios.
"¡Claro que sí! ¡Yo soy el basurero!", dice con orgullo. "Mi papá fue basurero… Mucha gente hace el trabajo que tiene que hacer, para poder hacer lo que ama".
Al reflexionar sobre su carrera, queda claro que el éxito de Momoa no se trata solo de premios o cifras de taquilla -se trata de crear una vida que pueda compartir con quienes ama. "Al final del día, hago todo lo que está en mis manos para dejar una huella, ya sea dentro o fuera de la pantalla", concluye.
Y con El gran guerrero, finalmente ha creado algo que orgullosamente puede llamar suyo: un proyecto que honra su pasado y al mismo tiempo construye un legado para el futuro de sus hijos.
Artículo escrito en inglés originalmente por Taryn Ryder.
"Esta historia fue traducida del inglés con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa y editada y revisada por un editor de la redacción de Yahoo en Español".
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