Siempre hemos creído que el envejecimiento es un proceso lento y progresivo, casi como si los años nos fueran apagando poco a poco, de forma inexorable.
Así lo recogen manuales y revisiones médicas recientes, que siguen definiendo el envejecimiento biológico, en su modo más simple, como “alteraciones lentas y progresivas de la función física que empiezan en la madurez y concluyen con la muerte”.
Aunque esta imagen del tiempo –o la metáfora de un goteo constante de pérdidas– sigue dominando nuestra forma de entender la vejez, estudios recientes revelan que no envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia.
Esta hipótesis desafía décadas de modelos lineales y abre la puerta a una nueva manera de entender los cambios biológicos asociados al tiempo.
Lo que revela el laboratorio
La nueva visión del envejecimiento a saltos se apoya en un trabajo publicado en 2024 en la prestigiosa revista Nature Aging. Durante varios años, los investigadores siguieron de cerca la evolución molecular de más de un centenar de personas adultas, analizando hasta 135,000 moléculas distintas de cada voluntario. Se trata del mayor estudio longitudinal multiómico realizado hasta ahora sobre envejecimiento humano.
Lejos de encontrarse con un continuo suave de transformaciones, observaron un patrón interesante: casi todos los grandes cambios bioquímicos que acompañan al envejecimiento se concentran en dos momentos concretos de la vida adulta, aproximadamente a los 44 y a los 60 años.
En otras palabras, nuestras moléculas –y por tanto, nuestras células y órganos– parecen mantenerse estables hasta que, en condiciones normales, se producen transformaciones profundas y sincronizadas en muchos sistemas corporales.
Lo notable es que estos picos no se deben a un único tipo de molécula, sino que afectan a proteínas, metabolitos, lípidos, citoquinas, factores hormonales e incluso patrones epigenéticos, todos a la vez.
Esto da respaldo biológico a la sensación tan extendida de que, en ciertos momentos, uno “se hace mayor de repente” y nota un bajón físico o mental de golpe.
Hacerse mayor de repente
Esta idea no es completamente nueva. En 2019, ya se había publicado en Nature Medicine un extenso análisis de proteínas en sangre que señalaba tres grandes “picos” de envejecimiento fisiológico: a los 34, los 60 y los 78 años.
Sin embargo, el nuevo estudio realizado en 2024 es más completo al analizar otros tipos de moléculas, además de proteínas. Con ello se ha logrado precisar los dos saltos más intensos que ya se habían señalado anteriormente: uno en la mitad de la vida adulta, alrededor de los 44 años, y otro posterior, en torno a los 60.
Al analizar muchas más moléculas y tipos diferentes, este trabajo se centra en los dos saltos donde los cambios son más globales en el organismo, aunque no descarta que pueda haber otros más adelante.
¿Qué ocurre en estos saltos?
En el primer salto, que suele llegar antes de los cincuenta, se desencadena una cascada de cambios en el metabolismo de grasas, se alteran las vías de procesamiento del alcohol y la cafeína, y se modifican proteínas fundamentales para el corazón, los músculos y la piel.
Cuando llega el segundo, cerca de los 60 años, se acelera el deterioro de funciones inmunitarias y renales, se altera el metabolismo de la glucosa y aumentan los procesos celulares vinculados al envejecimiento y al riesgo de enfermedades crónicas.
Por eso, muchas personas notan que de pronto les cuesta más recuperarse tras un esfuerzo, o que aumentan las “pequeñas molestias” de un año para otro.
Estos saltos no distinguen entre hombres y mujeres, ni dependen del contexto reproductivo, como la menopausia. Aunque se observa cierta variabilidad entre individuos en el momento y la intensidad de los cambios, los patrones generales parecen responder a mecanismos comunes de la biología humana.
Las causas moleculares
Si bien aún no se conoce con exactitud el por qué de los saltos, sí se han detectado algunos de los mecanismos implicados. Una de las hipótesis más estudiadas propone que, al alcanzar cierto umbral de células envejecidas, podría desencadenarse una reacción en cadena que acelere el deterioro de los tejidos.
Además, la epigenética –las “marcas” que regulan a los genes– también sufre reconfiguraciones masivas en esos periodos, lo que provoca la activación o inactivación de cientos de genes de golpe.
Por último, en esos momentos críticos se detectan alteraciones coordinadas en moléculas clave del metabolismo energético, como NAD⁺, carnitinas y ácidos grasos. Estos cambios sugieren una posible disfunción mitocondrial, ya que las mitocondrias son los orgánulos encargados de producir la mayor parte de la energía celular y participan en múltiples procesos de envejecimiento.
Todo esto, que puede sonar abstracto o lejano, tiene implicaciones muy concretas en nuestra vida diaria.
Implicaciones prácticas
El impacto práctico es enorme. Por un lado, ofrece una explicación convincente a esa sensación que tantos expresamos que “de repente me siento mayor”.
Por otro, señala que esos momentos críticos pueden ser ventanas de oportunidad para intervenir y prevenir. Si sabemos que nuestros sistemas biológicos van a someterse pronto a un gran cambio, podríamos anticiparnos cuidando más la salud metabólica, cardiovascular o inmunitaria justo antes y durante esos periodos clave.
Mirando al futuro
Aunque aún quedan muchas cuestiones abiertas, como si será posible identificar las causas y mecanismos detallados del tercer salto alrededor de los 78 años que sugería el estudio de 2019, lo cierto es que el conocimiento de estos patrones nos permite mirar el envejecimiento con otros ojos.
A medida que se amplíen los estudios longitudinales y se integren más capas de análisis molecular, podríamos incluso anticipar con precisión cuándo está a punto de producirse un salto biológico individual.
Con todo, ya sabemos que nuestra vida no es solo una lenta cuesta abajo, sino una serie de etapas estables, interrumpidas por momentos de cambio profundo. Así, el secreto de envejecer mejor podría estar en prepararse para saltar cuando llegue el momento de hacerlo.
Y es que, como cantan Celtas Cortos, “a veces llega un momento en que te haces viejo de repente”.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
Francisco José Esteban Ruiz recibe fondos para investigación de la Universidad de Jaén (PAIUJA-EI_CTS02_2023), de la Junta de Andalucía (BIO-302), y está parcialmente financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) bajo el proyecto PID2021-122991NB-C21.
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